A menos de un mes de asumir la presidencia municipal de Parral, el ingeniero Salvador Calderón ya enfrenta retos significativos que ponen a prueba su capacidad de liderazgo y gestión. La transición hacia una nueva administración no ha sido sencilla, y las fricciones con algunos sectores de la ciudadanía son cada vez más evidentes.
Uno de los episodios más recientes involucra a las tianguistas de la colonia PRI, quienes se han visto amenazadas por la administración actual. Según denuncias, Calderón habría enviado a la policía para intimidarlas y obligarlas a pagar un cobro de piso. Este tipo de acciones no solo generan un ambiente de desconfianza, sino que también evidencian una falta de comunicación y sensibilidad hacia las necesidades de los comerciantes locales.
Detrás de esta rebelión, se menciona la influencia de una regidora de la administración anterior, vinculada a un grupo político que ha dejado su huella en la gestión municipal. La confusión sobre la lealtad de algunos miembros de este grupo, conocido como “los naranjas”, solo añade más incertidumbre a una situación ya complicada.
Por si fuera poco, la cancelación de programas de asistencia, como la canasta básica y el servicio “médico en tu casa”, ha provocado un creciente descontento entre los ciudadanos. Muchos han acudido a los departamentos que solían brindar ayuda, solo para encontrarse con puertas cerradas y la negativa a recibir servicios básicos. La falta de medicamentos, ni siquiera un paracetamol para ofrecer, es un reflejo alarmante de la situación actual.
El clamor popular sugiere que, tal como se temía, la salida del anterior «títere» de la administración ha traído consigo una serie de decisiones que contradicen las promesas iniciales de continuidad y apoyo a la comunidad. La percepción de que el cambio no ha sido para mejor se hace cada vez más palpable.
Es fundamental que la administración de Calderón escuche a sus ciudadanos y busque soluciones viables que no solo resuelvan problemas inmediatos, sino que también construyan un puente de confianza. La política no debe ser un juego de poder, sino un servicio a la comunidad. Solo así, con empatía y acción, se podrá lograr el cambio que Parral necesita.